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Actas del V Congreso de Arqueología Medieval Española

Tedeja y el control político del territorio del norte burgalés en época tardorromana, visigoda, alto y plenomedieval

Introducción

El espacio físico controlado 

La montaña burgalesa en época romana

La montaña burgalesa en época visigoda

La montaña burgalesa y el nacimiento de Castilla

La montaña burgalesa en la plena Edad Media

Referencias

Ramón Bohigas Roldán, José Ángel Lecanda Esteban, Ignacio Ruiz Vélez

Area de H.ª Medieval de la Universidad de Burgos. Facultad de Humanidades y Educación

1 Introducción

La secuencia estratigráfica documentada hasta la fecha en la fortaleza de Tedeja, ha puesto en evidencia que su emplazamiento, lejos de caprichoso y no desde el punto de vista militar, resulta de vital importancia para conseguir Un efectivo control espacial del norte burgalés. Igualmente ha puesto de manifiesto que esa cualidad le ha dotado de un papel jerarquizador del espacio, del poblamiento, la población y sus formas de relación institucional con la superestructura, que lo ha convertido en uno de los principales protagonistas de la historia norburgalesa durante muchos siglos, precisamente en aquellos denominados oscuros dado su silencio documental.

Estos hechos se verifican y comprueban en si mismos por una razón: la continuidad funcional de la fortaleza desde el siglo IV al XII d.C., aunque destacando dentro de esta larga secuencia dos fases principales, la primera entre el siglo VI y el IX, y la segunda en el XI -XII.

Sus orígenes, como veremos más adelante, son arquitectónicamente humildes, una simple turris, del siglo III 0 IV d.C., lo que no deja de ser relevante. Esta se incluye en un sistema más complejo, y. peor conocido en la practica que en la teoría, de vigilancia y control policial de las vías y. desfiladeros que comunican los espacios interiores del Imperio, especialmente allí donde existe un cierto motivo de inseguridad, sea este el bandolerismo, la amenaza exterior o la convulsión social. En este caso se explica por la situación marginal y periférica de las latitudes situadas al septentrión de Tedeja, y. por la dinámica descompasada y un tanto antagónica que supone el contacto de aquellas tierras menor y más tardíamente romanizadas con las de nivel cultural mayor -en sentido global como la Bureba" 1a primera fase importante se inaugura allá por la segunda mitad del siglo V d.C., con 1a construcción de un amplio recinto, enriscado y muy. fortificado, potente y vanguardista desde el punto de vista poliorcético, estratégico desde el punto de vista militar y político, justamente en los instantes finales del Imperio; esta fase se continúa con la históricamente inmediata y caracterizada por la instauración de la monarquía visigoda en Toledo; la etapa se prolongará más allá de la desaparición de la institución dinástica, caída tras los acontecimientos del 711.

Durante los siglos iniciales del periodo anteriormente denominado "reconquista", en el siglo IX, Tedeja continuaría siendo usada, pero, en nuestra opinión, inicialmente solo con una carácter estrictamente militar, de refugio y concentración, sin apenas relevancia desde el punto de vista político. De hecho hay un dato a tener en cuenta. cuando aparecen las primeras referencias toponímicas a la región o cuando se citan los primeros condes y sus jurisdicciones, nunca aparece Tedeja y eso que por sus defensas, su posición y su pasado no podía pasar desapercibida en su entorno. La explicación esta en otro tipo de fundamentos: en el cambio estructural que se está experimentado, y en el cambio de protagonistas que ello lleva implícito. Cuando estos hayan quedado definidos es mas que posible que Tedeja recupere su papel de hito organizativo porque continúa siendo útil desde el punto de vista funcional. Por ello volverá a resurgir como elemento jerarquizador y protagonista.

Cuando a mediados del siglo XI la fase de transito estructural pueda darse por finalizada y el devenir histórico de Tedeja parece definitivamente finalizado, un nuevo "accidente" histórico, una anécdota, volverá a situarla en primera línea, y en sentido estricto. El conflicto dinástico surgido tras el reparto territorial a la muerte de Sancho III el Mayor de Navarra producirá que el territorio septentrional de Burgos quede bajo soberanía Navarra, y para que ello se efectivo se hace necesario para los navarros organizar, explotar, defender y vincular el espacio, poniéndolo ya bajo la sombra de actores plenamente feudales; así es como Tedeja pasará a ser el centro neurálgico de una Tenencia, de una división política, administrativa y militar bajo el mando de un delegado regio. Es su segunda fase de esplendor, hasta el siglo XII.

Sin embargo esto no será sino un espejismo, porque las condiciones que constituyeron su fundamento y razón de ser va no existían, porque los elementos que ahora provocaban su realce no eran de carácter profundo y estructural, sino únicamente políticos, superestructurales, porque el proceso de señorialización del territorio de Las Merindades era imparable, porque los centros dinámicos y decisivos se habían trasladado a espacios más meridionales, porque no había nada que hiciera viable este nuevo empeño de perdurar en la historia. Así se irá pasando, a nivel documental, de citas específicas a citas genéricas, de la fortaleza a sus eras o molinos, para terminar quedando, en el mejor de los casos, como una simple referencia topográfica comarcal.                                         

2 El espacio físico controlado

El castillo de Tedeja se encuentra en el término municipal de Trespaderne, Burgos ( Partido Judicial de Villarcayo ), asentado sobre un cerro calcáreo ( 721 mts. ) de perfil cónico que domina la entrada noroccidental del desfiladero formado por el río Ebro al atravesar el anticlinal de la Tesla ( 1.332 mts.Peña Corba), desde el valle de Valdivielso al sinclinal del Nela Trueba, concretamente a los valles de Cuesta Urria y Tobalina

Las coordenadas de su posición, referidas a su cumbre, son

" 0 17' lO" E. (Meridiano de Madrid), 42 47' 50" N.

Cartográficamente podemos localizarlo en la hoja número 136 (Oña) de las del Servicio Geográfico del Ejercito.

Su dominio visual alcanza, por tanto, a la mayor parte del desfiladero, La Horadada que continuando en el anexo del Oca enlaza Las Merindades con La Bureba-, y la práctica totalidad de la cuenca fluvial del Nela, que corre en dirección NW-SE. Por el noreste el limite del territorio controlado lo conforman las estribaciones que separan este valle del de Losa, donde el Río Jerea se convierte en su drenaje natural, afluyendo al Ebro en un punto distante del castillo escasamente dos kilómetros y, además, visible desde el mismo.

Respecto a la red hidrográfica, sobre la que ya hemos realizado algún comentario, debemos señalar que tanto el Ebro como su afluente el Nela besan la falda del cerro, el primero por su flanco meridional y el segundo por el levante. La horquilla que forman en su unión es controlada desde aquí y constituye, en si misma, un importante elemento defensivo casi paradigmática de un acrópolis tipo castro.

Este espacio supone la mayor parte y la central del territorio que hoy denominamos Merindades y que geográficamente viene a coincidir con lo que geográficamente se denomina Montaña burgalesa (Ortega, 1974); quedaría fuera de su dominio visual la zona de Arreba y Bricia, el valle de Manzanedo y Valdivielso, Los Altos, el Valle de Losa y de Mena (fig. 1).

Esta comarca que lo es por su propio pasado histórico, tiene, por ende, una clara definición y diferenciación geográfica, pues goza de la peculiaridad de contar con dos cuencas hidrográficas distintas de la unificadora castellana del Duero: la mediterránea a través del Ebro, y la cantábrica gracias a1 Cadagua.

Esta central de Las Merindades se asienta sobre un sinclinal laxo, delimitado por estrechos y tectonizados pliegues alpinos, mas fuertes frente a la delimitación de la Lora o la Bureba. Sierras como La Magdalena, Tesla, San Zadórnil y Valdegovía, el faso del Ebro y el muro de los Montes Obarenes delimitan con precisión su espacio ( Junta de Castilla y León, 1985: 22-25).

Sobre este ámbito territorial será sobre el que ejercerá su influencia Tedeja, en su totalidad en partes del mismo, y desde un papel únicamente militar o también político administrativo, Esto es lo que trataremos de explican en las páginas siguientes.                        

3 La montaña burgalesa en época romana

Como apuntábamos en la introducción de esta comunicación y basándonos en los datos arqueológicos objetivos obtenidos hasta la fecha, Tedeja tiene unos comienzos históricos precisamente en los siglos II-IV d .c , Nada se ha documentado en épocas anteriores, aunque desde el comienzo de nuestra intervención supusimos que por su tipología y emplazamiento podría tener fundamento en la etapa prerromana. La torre cuadrangular localizada en el Sector 3 de la fortaleza de Tedeja, en su ángulo NE, denota con claridad meridiana una tipología romana catalogable como turris.

Los alzados conservados son pequeños, de no más de 70/100cts., pero suficientemente expresivos; conserva 3-4 hiladas, realizadas con sillares de tamaño medio y grande, incluso bastante regulares en su métrica aunque algo bastos en su ejecución, dispuestos básicamente a soga, sin aparente trabazón de argamasa, asentada a hueso, Opus vittatum, Se trata de una estructura de planta rectangular, con lado mayor de seis metros y menor de cuatro, El interior muestra un rellenadizo de piedra local, Responde a una tipología claramente romano y aparentemente muy distinta de resto del conjunto edificado, aunque también es cierto que se puede comprobar una reforma posterior encaminada a dotarla de una forma semicircular semejante a las otras.

La cronología que para ella fijamos se obtiene tanto de su estudio tipológico como de su posición relativa dentro de una secuencia estratigráfica bien datada por medio de analíticas radiocarbonicas, lo que nos obliga a situarla por debajo del umbral correspondiente a los años centrales del siglo V.

El termino post quem debe fijarse al menos con posterioridad, al menos coetaneidad, a la crisis del siglo III y las primeras invasiones, pues durante el periodo imperial no parece necesaria la creación de puestos de vigilancia y control, al menos en consideración que la mayor parte de los castros locales o son abandonados ( Quintanalacuesta, Brizuela, Manzanedo con dudas, Cidad de Ebro, Cornejo, Calzada de Losa y también con ciertas dudas, Quintanilla de Valdebodres y Berrandúlez ), o son romanizados ( San Pantaleón de Losa, Momediano) (RuizVélez, 1987: 98-102), El escenario de las guerras Cántabras, siendo cercano, no parece comprender esta zona.

Con los primeros momentos de inseguridad y convulsión parece que comienza a plantearse, a nivel general del Imperio, la necesidad de establecer plazas fuertes, recintos fortificados y puntos de control y vigilancia, No se trata de polemizar ahora la existencia o no de un limes en la región, punto sobre el que nos hemos pronunciado en varias ocasiones (Lecanda1997 y 1998 e, p. ) y que trataremos en el siguiente apartado, lo cierto es que es en estas techas cuando se establecen estos elementos defensivos de distinto rango y nunca esporádicos y aislados,

Cadenas de castillos y torres de observación cuya función es esencialmente policial, de vigilancia, y que en el mejor de los casos permite enlazar los grandes campamentos permanentes de las legiones (Marín y Peña, 1956: 96-97). Y eso debe ocurrir en Tedeja, pues tenemos conocimiento de la existencia de otra turris en el mismo desfiladero, de donde incluso se había recogido en su día material cerámico, terra sigillata, y una punta de lanza, Y debe haber más, así lo pensamos y hay algunos puntos concretos que parecen atestiguarlo, como en Molina Portillo del Busto, por ejemplo.

La Arqueología es explícita en este sentido: de 1a línea de forados hacia el norte los vestigios de romanización son débiles y escasos, los pasos hacia cl sur, en La Bureba por ejemplo, se nos muestran abundantes y claros: ciudades como Salioica, Virovesca, Vindeleia, Deobriga, Segasamunclo, Auca o Tritium, explotaciones salineras en la primera citada, villas y poblados, restos epigráficos... (García Merino, 1975: 225-244. Abásolo, Barriocanal y Rodríguez, 1982) y dos grandes vías de comunicación, la aquitana (Ab Asturica Burdigalam) y itálica (De Italia in Hispanias) (Abásolo, 1975.73-ss.,142-ss.)

Frente a esta ocupación y explotación del territorio meridional, al otro lado de los montes de Pancorbo y Sierra de la Tesla encontramos una débil, escasa y tardía ocupación romanizadora. Tres pequeñas villas y un par de núcleos sin definir, junto a hallazgos aislados indeterminados, en todos los casos vinculados bien a explotaciones salineras de segundo orden, bien relacionados con las vías de comunicación locales.

El espacio norburgalés queda comprendido, en el sistema administrativo romano, en el Convento Cluniense, y las unidades menores de administración local son las civitas. Su no presencia en la zona obliga a buscar otros elementos jerarquizadores y en nuestra opinión son, precisamente, estas estructuras productivas y viales las que parecen constituir el esqueleto organizativo de la región en esos momentos, dado que no existen elementos administrativos reconocidos capaces de articular mejor el territorio.

Tedeja, en este contexto, jugará un papel no especialmente relevante o protagonista, aunque por el momento sea el más claro vestigio de este tipo en la comarca.               

4 La montaña burgalesa en época visigoda

La situación histórica cambia radicalmente con el establecimiento de los visigodos en Hispania, y en esta zona los hechos y las evidencias así parecen corroborarlo; a nadie se le escapa que el proceso de sustitución institucional es un fenómeno complejo, laxo en el tiempo y encubridor de un trasfondo mucho más transcendente, pues no es sino la misma estructura productiva y social la que esta cambiando ante la obsolescencia de los viejos esquemas y la necesaria búsqueda y adaptación de nuevas fórmulas.

Como suele ocurrir en esos momentos, a la crisis económica y social se unen problemas políticos, militares, y de cualquier otra índole, haciendo mucho más difícil el análisis y comprensión del tema. Muchos aspectos del viejo sistema se prolongan, otros, nuevos, apenas se esbozan.

La crisis del Imperio era evidente, y para explicarla existen varias teorías que nos llevan de la hipótesis ideológica (cristianismo-paganismo), a la hipótesis económica ( agotamiento fiscal ), pasando, como no, por la política (bárbaros) o la social (bagaudas) (Bravo, 1994. Cap.6). En nuestra opinión, expuesta anteriormente, son los factores socioeconómicos, verdaderos motores de la historia, los que provocan una agitación política, puro reflejo exterior, que provocan la necesidad de crear este sistema de vigilancia y control frente a los pueblos del norte entre los años finales del siglo IV y los iniciales del V d,C. La contradicción estructural no hará sino acrecentarse a partir de este momento, y este sistema defensivo entre el espacio montaraz y los llanos burgaleses quedó plenamente articulado en la quinta centuria.

Esta diferenciación estructural, desde el momento de partida, entre los pueblos septentrionales y los localizados de la divisoria de aguas hacia el mediodía, no podía sino provocar la absoluta necesidad de establecer unos mecanismos de protección-control por parte, al menos, del elemento dominante. Y tal disparidad de situaciones y de ritmos evolutivos no fue superada tampoco por el poder visigodo de Toledo; al contrario, no hizo sino agravarse. De este modo, los pasos y desfiladeros, los forados, entre Mave y Haro, quedaron absolutamente protegidos constituyéndose en un peculiar limes local (García González, 1995: 35-41).

No parece irracional pensar que existe una necesidad real no tanto de separar y aislar dos espacios, dos sociedades enemigas y antagónicas, como de garantizar cierta seguridad de las zonas mas integradas en los esquemas y estructuras del Imperio, al tiempo que facilitar la conexión con aquella partes del mismo que se ven, por su marginalidad, un tanto amenazadas; Y ello con más razón a la vista de que desde Diocleciano ellimes no se correspondería ya con una línea de fortificaciones al modo tradicional, sino que habiendo retrocedido, se escalonaba protegiendo sobretodo las vías de comunicación estratégicas (Bravo, 1994: 590).

Según esta línea argumental, desde fines del s IV d.C, se procede a la fortificación de plazas fuertes y al establecimiento de tropas, posiblemente limitáneas, frente a la vertiente meridional de la Cordillera Cantábrica: Legio VII Gemina en León, Cohortis Secundae Flaviae en Rosinos de Vidriales,

Cohortis Secundae Gallicae en algún lugar de la Galicia, Cohortis Lucensis en Lugo, Cohortis Celtiberae trasladada a Iuliobriga (Retortillo, Reinosa), y la Cohortis Primae Gallicae en Iruña Veleia (Nanclares de Iruña, Alava ), además de la Cohors Novempopulana acantonada en Lapurdun ( Barbero y Vigil, 1965: 14-21).

Hoy se niega la existencia de un limes hispanicus como conjunto de defensas articuladas frente a los pueblos del norte al modo de cualquier de los ejemplos tradicionalmente admitidos. Pero se reconoce que el ejercito fuere asentado y' utiliza do en una región que interesaba explotar, primero como elemento conquistador v pacificador y' luego como vehículo idóneo para facilitar su integración en las estructuras imperiales. Ocurre, como es sabido, que a partir del s.III d.C. el Imperio se convierte en un estado de excepción continuo. Será a partir de la caída institucional del imperio y durante la reconstrucción hispánica por la monarquía toledana cuando surja un verdadero limes frente a los citados pueblos del Norte ( Roldan, 1989: 283285 ).

El tipo de castella más frecuentes, posteriores a la Diocleciano, se caracterizarán por su delimitación basada en un muro muy fuerte, por contar con una sola puerta flanqueada por torres; las dependencias internas se agrupan detrás del muro dejando un patio central. Las barreras u obstáculos son diversas según el tipo de frontera v de enemigo ( Marín y Peña, 1956: 434-436).

El término castella o castellum responde al diminutivo de castrum y viene a referirse aun recinto fortificado Construido para garantizar la seguridad de puentes, vados, vías o defensa de la frontera o ciudad; se situaban siempre que ello era posible sobre alturas, v se construían básicamente en piedra; estaban provistos de. una guarnición generalmente pequeña y generalmente solo jinetes (Alonso Sánchez, 1988: 23-25 ). Dentro de esta catalogación inicial cabe distinguir tres tipos entre los castella, a saber. fuertes, fortalezas v fortines.

Los fuertes utilizados en los siglos finales del Imperio, IV v V d.C., o bieN eran reformas O restauraciones de emplazamientos anteriores a los que se aplican los elementos poliorcéticos adecuados a los nuevos tiempos, o bien eran de nueva planta. Parten de concepciones utilitaristas ajustadas más a las realidades del momento que a las tradicionales teorías de castramentación. En estos, predomina la flexibilidad para adaptarse a las condiciones del terreno ( Elton,1996. 156-157).

Las características enumeradas aquí en nada desentonan con las registradas en Tedeja v que hemos explicado en diversas ocasiones ( Bohigas, Lecanda y Ruiz Vélez, 1996 y 1998 e.p., Lecanda, 1997 y 1998 e.p.). Son extrañas las cuadrangulares por su mayor vulnerabilidad, su proyección sobre el p1ano de la muralla va de los 3 a los 9 mts. , se distribuyen por parte o por la totalidad del perímetro amurallado sin que en este caso exista una distancia estandarizada para su ubicación, son de base sólida, tienen una terraza que permita el tiro, se conectan por medio de paseos de ronda y están dotadas de una escalera de acceso a cada una de ellas, bien interna si la base no es sólida, bien anexa en caso contrario.

Inmediato, al exterior de 1a muralla de Tedeja, se documenta un aterrazamiento, paralelo y anexo. Aterrazamiento que pretende aprovechar las condiciones del terreno pero que también es producido mediante relleno antrópico con el fin de lograr esa horizontalidad de cotas. La anchura del mismo oscila, siendo como término medio de entre 6 y. 8 metros. Esta distancia es muy frecuente en las fortificaciones romanas bajoimperiales entendida como distancia entre la muralla y el foso (Elton, 1996: 161 .

Hemos identificado una única puerta para el recinto; está algo retranqueada respecto a la fachada de la torre romana descrita anteriormente, y es estrecha, recta y profunda. A lo largo de este paso encontramos la impronta de los goznes para los ejes de puerta, de donde pudimos recuperar material orgánico para análisis, y los topes para las hojas o batientes.

En este sector la secuencia estratigráfica es de gran interés, ya que sobre esta estructura militar de formas cuadrangulares se documenta un proceso de reforma posterior que retraza su planta para intentar adaptarla al estilo legionario, hecho, como vimos, típico del bajo imperio y el limes.

Que existe una línea divisoria entre dos realidades geográficas, montaña, vertiente cantábrica, y llanos, submeseta norte, parece algo fuera de toda duda; que esa línea tiene puntos de intercomunicación, los cauces fluviales y forados, también; que, curiosamente, en todos esos puntos, y en idéntico paralelo, encontramos enclaves castrenses con restos materiales y estructuras de cronología tardorromana es lo que pretendemos significar ahora. Monte Cildá ( García Guinea y otros, 1966 y 1973), Salinillas de Buradón (Cepeda y Martínez, 1994: 46 y 59) y Tedeja tiene mucho en común, siendo, al tiempo, muy distintas; lo que las une es su posición estratégica y el papel que en virtud de ello juegan desde el siglo IV hasta la Plena Edad Media"

Entre uno y otro punto, y además de Tedeja, podemos incluir el bastión casi inexpugnable de Amaya y el excepcional enclave de Valdelateja ( Bohigas, Campillo y" Churruca, 1984: 21-22 ); uno y otro proporcionan materiales tardorromanos, uno y otro gozan de una posición clave para controlar los accesos entre montaña y valle, uno y otro muestran una ocupación y funcionalidad castrense de forma secular. ..

Las fechas absolutas obtenidas por medio del C14 nos hablan de mediados del siglo V d.C. ( 1510 B.P. +-70) para el Sector 3, y de mediados del siglo VII para el Sector 1 ( 1300 B.P + 100). (UGRA 521 v. 522) Es decir, la fortaleza tardorromana tendrá solución de continuidad durante el momento hispanovisigodo, bien datado en el Sector 1, y, en nuestra opinión claramente relacionado con hechos históricos bien conocidos como son las campañas de Leovigildo (Amaya 574 y Vitoriaco 581) y la colonización del territorio por Recaredo (Mijangos 586-601); a pesar de lo cual fue continua la necesidad de control militar en la zona, hasta Rodrigo.

Para nosotros el significado y sentido de Tedeja, con la localización y características estructurales que hemos reseñado, siempre ha basculado hacia su papel en un sistema de control "fronterizo" y articulador del espacio montaraz (Bohigas, Fernández, Lecanda y Ruiz, 1995: 11-12. Lecanda, 1997b: 314. Lecanda, 1997 e.p. Rohigas, Lecanda y Ruiz, 1998 e.p.) (Fig. 2). Articulación consistente, como uno de nosotros ha defendido en este mismo congreso, en un verdadero deseo de "colonizar" unas tierras, no dudándose para ello en enviar, de forma programada, a todos y cada uno de los agentes necesarios para el logro de esa acción. Se trata de establecer un microcosmos acorde a la tradición cultural y a los modos de vida clásicos, los heredados del imperio (Lecanda y Palomino en este congreso).

Tedeja, junto a Mijangos, Tartalés de Cilla y Cillaperlata constituirían ese núcleo de colonización desde el cual quedaría controlado inicialmente el ámbito montañés burgalés. Tal vez se hubiera logrado, posteriormente, la integración, pero la caída del reino toledano truncaría esa posibilidad.           

5 La montaña burgalesa y el nacimiento de Castilla

Tedeja continua su devenir histórico durante toda la etapa postvisigoda y condal, siendo uno de los primeros castillos de Castilla, posiblemente el más relevante pues no se ha descubierto hasta la fecha otro de similares características en latitudes tan septentrionales, en plena cuna de Castilla, y con certeza absoluta de su existencia.

De hecho existe una primera cita documental datada en el 790 (Aadrío, Loyola y otros, 1993: 95-96) , aunque todos coinciden en el carácter apócrifo del documento. Se trata de la donación del abad Alejardro Quelino al monasterio dc San Juan de Cillaperlata, "subtus Tetelia" , lo que denuncia un cierto papel organizativo.

También en el siglo X, en el año 934, vuelve a ser mencionado en el documento conocido como los Votos de Fernán González al Monasterio de San Millán de la Cogolla ( Ubicto, 1976: 95 ), otro documento apócrifo del siglo XII pero que a pesar de ello es mas que posible que contenga en su redacción datos que efectivamente se correspondan con aquella lejana época.

Porque en estos momentos Tedeja es un lugar seguro, potente desde el punto de vista militar, aunque tal vez inactivo desde cualquier otro punto de vista al principio, pues la desestructuración territorial provocada por la invasión y ocupación musulmana ha dejado sin referencias y sin esquemas de organización a las poblaciones previas, y más para quienes desde antaño se han mostrado retardatarios y distantes, evolucionando a un ritmo distinto al establecido en los llanos, los "cultos" en este sentido. No hay conventos ni civitates, no hay estructura administrativa reconocida, no hay ducados ni obispados, ni delegación de poder, , .¿Qué papel jugar más allá de la defensa?

El problema se agrava cuando por otra parte los protagonistas del nuevo empuje hacia el mediodía son los antiguos montañeses, como ocurre en Asturias o en Navarra; este cambio de rol deja definitivamente descolgado a quién se sienta mínimanente vinculado al antiguo sistema, a las viejas estructuras, si es que no ha sido capaz de readaptarse. Y eso queda patente en un segundo momento, en el de la nueva articulación con la aparición del sistema condal.

A mediados del siglo IX aparece la figura condal, Rudericus comes in Castella, y con ella se fijan los hitos territoriales del nuevo poder asturiano; no tenemos idea cierta sobre el papel que a Tedeja le tocaría en este nuevo sistema administrativo y territorial. En un tiempo, antes de comenzar las excavaciones, uno de nosotros al tratar el tema, no supo dar sentido al hecho de que el espacio de Las Merindades presentaba toda su cuenca central poco dividida internamente, y por ello asignada este espacio, en conjunto, al propio condado de Castilla, frente a entidades menores de tipo alfoz o territorio (Lecarda, 1994: 642-643). No podemos asegurar que Tedeja sea la plaza elegida, pero tampoco podemos intuir otra alternativa para ejercer el papel de cabeza condal, teniendo en cuenta que otro de los condados, el de lantarón, tiene una emplazamicnto ciertamente similar. Su readaptación es fácil y casi obligatoria (Fig. 3).

No debe extrañarnos aunque hayamos mantenido la imposibilidad de mantenimiento estructural de elementos vinculados al pasado, como en el caso de la iglesia, porque aquí resulta definitivo el poder bélico del elemento; por eso se reutiliza y readapta.

Sin embargo, en el otro nivel superestructural, aculturizador, la iglesia, se ve el desajuste; así las nuevas formas se desvinculan de la organización episcopal, aquella que, por ejemplo, consagró el emblemático templo de Santa María de Mijangos. Muestra palpable de ello era cuando se restaure el sistema diocesano (840): la nueva sede surgirá entre las montañas, anexa a un pequeño cenobio, en Santa María de Valpuesta.

Cuando en el año 800 el abad Vítulo de Taranco de Mena deja pública constancia de que más allá del territorio de Mena está Castilla, nos está mostrando hasta que punto el esquema organizativo es primitivo y embrionario, haciéndose coincidir espacios naturales con demarcaciones "jurídicas". Aquellos pasarán a formalizarse en alfoces o suburbios, por lo general espacios controlados desde una sede castillera y donde el poder es ejercido -reconocido sería mejor decir por algún personaje de titulación variable que, en principio, es delegado por el conde (Estepa, 1985. García Valdeavellaho, 1982 ), aunque en realidad suele responder a un anterior jefe local readaptado a las nuevos formularios mediante la integración en el sistema condal; su función es principalmente militar.

El conde y el condado es el escalonamiento superior, y la realidad que define es, en estos momentos, la misma pero a una escala mayor. Será conde el más poderoso de los caudillos locales, su reconocimiento por el rey asturiano permitirá su integración en las nuevas estructuras. (Lecanda, 1994. 636-637).

Tedeja tendría en este sentido muchas posibilidades, dado que se trata del recinto militar más importante y extenso de la comarca (Lecanda, 1997: 316-317 y 321-322). No debe extrañamos su no reflejo diplomático, porque ni siquiera lo hace como cabeza alfocera cuando cuenta para ello con todos los parabienes metodológicos (Bohigas, 1982.67 y ss.): tienen un castillo, y además muy importante, controla con claridad un espacio físico natural, un valle, e importantes Y las de comunicación, aparece citado como suburbio en documentos del VIII y IX que aunque falsos en su datación muestran una realidad que si será cierta en el primer tercio del siglo XI. Además, la mayor parte del material arqueológico aquí recuperado, básicamente cerámica, se corresponde con los tipos asignados a estas cronologías ( Bohiga" Lecanda, Ruiz Vélez, 1998 e.p. ).                                                                             

6 La montaña burgalesa en la plena Edad Media

Lo que nació de forma autónoma de cualquier planificación feudal, el sistema de alfoces y condados, terminará por convertirse en el germen mismo del feudalismo castellano, tanto por la heredabilidad del cargo como por el incremento de poder de sus responsables ( Estepa, 1985. García Valdeavellano, 1982 ). Esto, junto al aumento de inmunidades y privilegios, obligó al sistema monárquico, ya claramente establecido en el siglo XI en el territorio castellano a través de la dinastía navarra con Femando I; a buscar un nuevo sistema, más funcionarial y menos señorial para el control y administración de sus territorios, ahora subdivididos en una nueva unidad jurídica: la Tenencia, organismo ya plenamente feudal (Lecanda, 1994: 638).

Con ello se desplazaba a los clanes condales del ejercicio del poder público y se aseguraba la fidelidad de los nuevos responsables al crear una nueva nobleza de servicios; ya no se trataba de grandes señores y magnates, sino e funcionarios militares recompensados con feudos.

En el siglo XI abundan las citas referidas a Tedeja, especialmente para relacionamos los diversos señores de lo que ahora es la sede de una Tenencia, órgano de vital importancia en la nueva configuración espacial del territorio (Fig. 3), Este papel se debe en gran medida al conflicto dinástico castellano-navarro, fecha a partir de la cual el conocimiento arqueológico se complementa con el documental.

Es evidente que Tedeja a mediados del siglo XI constituía un punto militar y administrativo de primer orden en Las Merindades, de ahí que sea precisamente gracias a la presencia de su Tenente en la firma del documento de arras de García de Navarra con su esposa Estefanía, en 1040 (Rodríguez Lama, 1976: 24-26 ), cuando tengamos la absoluta certeza documental de su existencia, función y relevancia.

Las citas, sin dudas sobre su autenticidad, comienzan en 1035, cuando se cita el (·Alfoz de Zetelia" ( García Sáinz de Baranda, 1952: 222 ); luego vienen las de 1040 -cita a su señor, "(Senior Fortun Lopiz cum Tetegilla'" y otras en 1043, 1044,1046,1048"., (Cadiñanos, 1987. Alamo, 1950). Ahora va no solo se nos presenta Tedeja como la cabeza de un Alfoz bajo mando de un Tenente, si no también como la sede militar de toda Castilla Vieja.

Durante el siglo XII, sobre manera en sus primeras décadas, continúa apareciendo referencias a los señores titulares de la Tenencia del castillo, pero a medida que avanza el tiempo, como se desprende del análisis de las citas, las menciones irán adquiriendo un contenido mas específicamente toponímico, como nombre de lugar o división administrativa, sin mención ya a sus titulares. Ello pudiera deberse al final de ocupación del castillo o a la pérdida de su importancia estratégica, No deja de ser significativo, en este sentido, que nuestro conocimiento de esta tase es básicamente documental, pues desde el método arqueológico es poco lo que se relaciona ya con estas fechas.

Esta nueva orientación toponímica que se refleja en el nombre del lugar habitado y en la referencia al Alfoz, sigue presente en las cada vez mas escasas citas correspondientes al siglo XIII, en las que al castillo ya no se le menciona, ni indirectamente, si no como demarcación administrativa.

La razón más importante, en nuestra opinión, para explicar esto es que las nuevas realidades de Las Merindades, integradas ya en un mundo estructuralmente feudal, han supuesto el cambio de instituciones, formas y localidades protagonistas de la organización espacial y de su jerarquización, el tema que nos ocupa. Así, habiendo surgido con unos orígenes humildes, funcional y arquitectónicamente hablando, datados en época romana, Tedeja paso jugar un papel protagonista de primer orden durante más de seis siglos, entre el quinto y el duodécimo, momento en el que villas, cotos redondos, behetrías y señoríos, ocuparon esa misma responsabilidad organizativa y tras lo cual quedó en el olvido.               

 

7 Referencias

 

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